sábado, 8 de mayo de 2010

Desconocido


El cielo triste me susurra a lo lejos,
me dice que está en mis pensamientos,
ese alma en pena que llora cada momento
por su soledad condenada al infierno.

La lluvia cae sobre mis hombros,
gotas finas que recorren mis ojos
se deslizan por mis mejillas poco a poco
y mis labios prueban un pequeño sorbo.

El viento acaricia mis oscuros cabellos
dejando mi bello rostro al descubierto,
fiera que muestra su más anhelado deseo
renacer de sus cenizas sólo por un beso.

Caen los relámpagos golpeando los tejados
con una fuerza que no evitan los pararayos,
su inmenso dolor estremece al mismísimo diablo
que eternamente abatido se encierra en su habitáculo.

El frío comienza a congelar todo mi cuerpo,
escarcha que empieza a penetrar mis sentidos,
con él cae la noche y me abraza con esmero
susurrándome al oído que necesita un beso.

La blanca nieve se acumula en mis zapatos,
posan en mis pestañas los helados copos
que me obligan a cerrar mis negros ojos
haciendome ver su más desolador llanto.

El sol me ilumina con sus cálidos rayos,
despierto por su calor en un sitio extraño,
no hay nada a mi alrededor ni siento las manos
no padezco de locura pues ya no lloro en vano.

Creemos ser felices cuando no amamos,
lloramos a escondidas por no ser amados,
la tentación nos reclama para acabar con el daño,
daño que un día nos condujo a un lugar extraño.

1 comentario :

  1. Subo este breve poema que escribí hace ya un tiempo, porque a mis amigos y conocidos les encantó.

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