martes, 27 de septiembre de 2011

Vuelve esa sensación

Aún recuerdo esa sensación placentera, nada ni nadie en mi cabeza. Cada día lo vivía como si fuera el último; sonrisas por doquier y callejeo a tutiplén. Me sentía poderosa. Creí ser invencible e inmune a cualquier ataque emocional. Parecía otra; feliz, dinámica, estable y sociable. Sí, disfrutaba de mi persona y de la compañía de mis allegados.
Como en toda evolución personal ese estado no iba a durar para siempre, alguien penetró en mi mente; me ilusioné, me centré en él y caí en el olvido para ese individuo. Volvieron las lágrimas, las frustraciones, la impotencia y ese maldito contrafáctico. Me dije que no volvería a pasar y pasó. Una vez más me dejé derrotar por la impaciencia.
¡Cuándo aprenderé! ¡Cuándo me daré cuenta de que sólo yo puedo hacerme feliz!
Pasaron las semanas y mi energía había disminuido, volvía a la misma rutina tediosa que me había acompañado todos estos años; encerrada entre cuatro paredes pensando y pensando cómo solucionar algo que ya no estaba en mis manos. Tanto pensar hizo que abandonara el ejercicio físico, que desapareciera para el resto de la humanidad, que olvidara cuánto amaba el mar y la playa, que olvidara volver a ser yo. Pero no penséis que la caída fue tan grande como antaño, esta vez me levanté del suelo más rápidamente. Estaba de pie pero de nuevo tenía que subir los escalones que escalé con anterioridad, de nuevo tenía que volver a alcanzar todo lo que ya había conseguido.
Lo siento, siento caer en los mismos errores de siempre, siento hacerme daño y siento autoengañarme. ¡Joder, seré gilipollas! ¡Abre los ojos de una puta vez! ¡Aaaaarggggg!
¡Al fin! Vuelvo a sentir esa sensación, nada ni nadie en mi cabeza, sólo rabia y ganas de seguir luchando, ganas por alcanzar la meta que me propuse en fin de año; alcanzar la felicidad. Sé que lo conseguiré, aunque nadie confíe en mí demostraré que no soy una pardilla sin aspiración en la vida, no soy una más del montón de los ignorados. Soy M.