jueves, 22 de enero de 2015

Empleada ejemplar

Hoy ha sido mi último día de trabajo. Tras seis meses de ensueño compaginando dos puestos laborales totalmente dispares, jardinera y dependienta, he de decir adiós. 

Mi etapa como pluriempleada ha finalizado injustamente. No han sabido valorarme como trabajadora en ninguna de las dos empresas, y ellos saben que soy la empleada perfecta, quizás la más disciplinada; puntual, simpática, con buena presencia, con saber estar, rápida, meticulosa, buena compañera, independiente, participativa y un sin fin de calificativos positivos que iban dirigidos hacia mi persona. No daban crédito a mi capacidad de levantarme a las siete de la mañana para trabajar como jardinera y llegar a casa a las once de la noche después de estar toda la tarde cargando ropa sobre mis hombros por toda la amplia tienda. Estaban orgullosos de tener una empleada como yo, o eso me decían. Los elogios me llovían en ambos empleos, tanto me llovían que acabé empapándome de la buena sensación que me transmitían mis jefes y compañeros, creí que el contrato indefinido sería para mí. Craso error. Al final resulté ser un número más; con mucho esfuerzo pero sin enchufe, y con implicación pero sin llegar a lamer culos no se alcanza el éxito. 
No puedo ocultar mi decepción. Di el doscientos por cien de mí mientras otros compañeros no daban ni el cincuenta por ciento. He tenido que ver cómo se escaqueaban mientras yo me comía todo el trabajo sin quejarme. He trabajado con gripe. He trabajado con lumbalgia. He trabajado con fiebre. He trabajado bajo el intenso sol de agosto. He trabajado bajo la lluvia. He trabajado siempre con ganas. Otros, que sólo tenían un trabajo, deseaban terminar su contrato. Algunos dependientes trataban mal a los clientes y ponían cara de asco. Algunos jardineros se emborrachaban y fumaban mientras se reían de mí por ser la única que se tomaba en serio su trabajo. Y por si esto fuera poco, a mí me acaba el contrato y a ellos los hacen fijos. Lo admito, estoy muy enfadada. 

A pesar de este varapalo que me ha dado la vida continúo viendo el vaso medio lleno. Me voy de ambos trabajos muy orgullosa de mi persona. Me voy con la cabeza bien alta y con la satisfacción de que todo lo he hecho realmente bien. Me he demostrado a mí misma que no necesito de la ayuda de nadie para alcanzar mis metas, he descubierto en mí una capacidad de superación que creía perdida. Mi propia familia estaba convencida de que no podría con los dos empleos, me decían que dejara uno de ellos, que dejara escapar una oportunidad. Sin embargo, fueron sus palabras de desánimo las que me motivaron para seguir adelante y lograr mi objetivo; quería demostrarles que se equivocaban. Les he demostrado que valgo más de lo que piensan.

Sigo opinando que todo pasa por algo. Lo sé. Estas empresas no estaban a mi altura. No soy yo quien pierde dos trabajos, son ellas las que pierden a una empleada ejemplar. Gracias a ellas hoy cuento con un currículum más amplio y variado, y lo que es mejor, he quedado libre para encontrar mi verdadero lugar en el mundo laboral. No he nacido para ser una más, he nacido para triunfar, y quizás ahora sea mi momento.

Hoy me acostaré con la sensación de haber perdido algo, pero siempre hay un mañana, eso es lo que importa.

martes, 13 de enero de 2015

Mi ambición

Crecí en un ambiente muy humilde. Durante toda mi vida mis padres me han inculcado el valor de la familia por encima de todo; dicen que los amigos van y vienen pero que la pareja y los hijos son para siempre. Me han mostrado la importancia de encontrar un trabajo honrado y estable, sin importar el cargo al que se ostente; en mi familia no se nos caen los anillos… No obstante, siempre he sentido que he nacido para aspirar a algo más, no estoy hecha para ser una simple empleada, quiero triunfar laboralmente y que mis éxitos profesionales coronen mi autoestima. Deseo fehacientemente mostrarle al mundo que he alcanzado y que voy a seguir alcanzando todas y cada una de las metas que me he propuesto y que me propondré a lo largo de mi existencia. No quiero soñar mi vida, quiero vivir mis sueños, quiero hacer realidad mi utopía más anhelada; quiero ser una triunfadora. Soy una persona ambiciosa que jamás acepta un no por respuesta, que piensa que las cosas no son imposibles pero que si pueden ser poco probables. Yo, a pesar de recibir comentarios peyorativos por parte de mis allegados (que en ocasiones pienso que la envidia les corroe por dentro y no desean mi bienestar), con esfuerzo y perseverancia estoy logrando el éxito que un día soñé y que creí improbable. Soy una mujer feliz, estoy orgullosa de mis logros alcanzados y seguiré sumando victorias en el haber de mi ambición. Si alguien te dice que no puedes hacer algo, ¡demuéstrale que se equivoca! Esa es mi inspiración.