miércoles, 19 de septiembre de 2012

Carta de amor - Querida Cristina


Soledad Sin Calzada
C/ San Vacío, nº Ninguno
CP/ 13666
En San Francisco, a 7 de Agosto de 1969


Querida Cristina, qué decir que ya no sepas, porque allí estabas tú.

Sola, así era como pasaba las horas antes de conocerte. 
En un banco del parque desayunaba todas las mañanas acompañada por el cantar de los pájaros y el murmullo de la gente que pasaba por mi lado con cara desencajada. Allí estabas tú, pero yo inmersa en mis fantasías no notaba tu presencia; mi manía persecutoria te borraba de mi foco perceptivo. Voces que decían, voces que criticaban, voces y más voces que me dañaban. ¡Maldita sea! ¿Por qué no se callan? Más gente y a su vez más voces. No conseguía verte, el zumbido de un mosquito me distraía y el llanto de un niño me irritaba. ¿Por qué no se calla? 
Sonó la campana. Agitada me levanté, me dirigí a clase y allí estabas tú, sentada, mirándome fijamente, parecías llamarme con tu silencio, y así fue. Me senté a tu lado alejadas del resto de la clase. ¡Qué agradable! Al fin alguien que no decía, que no murmuraba, que no criticaba. Te miré. Me miraste. Te sonreí. Me sonreíste. Agachando la mirada sonrojada sentí tu aliento recorrer todo mi ser. Hasta ese momento no recuerdo una sensación tan hermosa como tu resuello en mi cuello; una brisa fresca que me llenaba de energía y paz interior. A partir de ese día nos hicimos inseparables, tú, yo y mis historias inalcanzables. Ya no volví a desayunar sola en aquel parque. Estaba contigo acompañada por las voces de esos primates; voces que decían, voces que criticaban, voces que reían pero ¿por qué no se callan? Y ahí estabas tú. Me hacías olvidar aquellos sonidos virulentos que penetraban en mis sentidos. Me rozabas la mano y erizando toda mi piel calmabas mi ser más inicuo, ese que estaba deseando salir para cometer el mayor de los pecados.

Pasamos largas horas en casa frente al espejo. Me peinabas. Te peinaba. Me sonreías. Te sonreía. Siempre estabas ahí cuando lo necesitaba. Eras la única que me escuchaba, que me entendía, que me aconsejaba.
Dibujábamos paisajes en las paredes mientras las voces de mis padres decían, murmuraban, gritaban. “¿Qué estás haciendo?” “¡Para!” No necesitaba a nadie más, ni siquiera a mi familia, todos representaban un incordio. ¿Por qué no me dejaban ser feliz a tu lado?
Quisieron separarme de ti. Pensaban que estaba loca, que por hablar contigo había perdido toda la cordura. Aún así nos veíamos de vez en cuando pero nuestros encuentros se iban reduciendo a medida que pasaba el tiempo, esas pastillas del diablo me hacían olvidar todo tu recuerdo. No lograba recordar donde quedábamos, a qué hora te veía, a qué hora nos despedíamos. 
Dejamos de vernos. ¿Qué pasó? ¿Dónde estás? Te echo de menos.

Estoy entre cuatro paredes blancas, otra vez sola.
¿Cuándo fue la última vez que estuvimos juntas? No lo sé, no lo recuerdo.
¿Y mi familia? ¿Por qué no sé nada de ellos? ¿Qué está sucediendo?
Voces extrañas procedentes de gente con bata blanca hablan, murmuran. Dicen que presento ideas delirantes, alteración de la percepción, distorsión del pensamiento, aislamiento, negación de la realidad y abulia; diagnóstico, esquizofrenia paranoide. 
Hace poco me regalaron un espejo por mi buen comportamiento y... te vi, ¡eras mi reflejo! ¡Sabía que no me abandonarías! Ahora cada mañana al despertar me dirijo al gran cristal que hay colgado en la pared para poder estar contigo. Me pongo justo enfrente y ahí estás. Te miro. Me miras. Te sonrío. Me sonríes. Agacho la mirada sonrojada y recibo un hálito de aire en mi cuello que me alegra la mañana. Estoy feliz porque sé que existes, yo te veo pero nadie lo admite. Quizás andan más preocupados en las voces que dicen, que critican, que murmuran al igual que hacía yo antes.
He dejado de tomar esos caramelos de colores que me borraban tu recuerdo. Ahora soy feliz porque estás aquí, callada, sin decir nada.
Porque creo y creeré en ti.

Soledad Sin

He recuperado uno de mis escritos para mostraros el relato con el que gané el concurso de literatura, de la ciudad de Mijas, Certamen XV de Cartas de amor. Espero que la hayáis disfrutado. 

sábado, 8 de septiembre de 2012

Ellos


La sociedad y yo. Sus pensamientos y los míos. La normalidad y mi atipicidad. Su cordura y mi ¿locura?
Ellos. Esa especie considerada racional por el hecho de pensar. ¿Pensar? Es el nuevo término empleado para denominar todo acto que lleva a la destrucción de su ambiente natural, aquél que permaneció millones de años impune hasta su llegada. También hace referencia a las conductas que ejercen un poder inicuo e injustificable sobre sus iguales: vejaciones, suicidios, maltratos, violaciones, holocaustos, guerras y demás. Al parecer, todas estas calificaciones les hacen ser la única especie inteligente capaz de eliminar a sus semejantes sin motivo aparente.
Tan perspicaces se creen que presumen de libertad cuando viven encarcelados por sus propios prejuicios. No son capaces de ser ellos mismos, o no quieren o tienen miedo de mostrar su verdadera personalidad, por lo que viven en un carnaval constante.¡Abundan los disfraces! Se consideran independientes y sin embargo, dependen unos de otros para sobrevivir en esta falacia. 
Forman grupos, antónimo de independencia. Visten todos iguales, sinónimo de secta y aún así, ¡se atreven a decir que son autosuficientes! Consideran como normal tener el mismo pensamiento, aunque carezcan de personalidad propia. Necesitan en todo momento seguir a un líder (aunque sea el perro de mi vecina) que les aleje de responsabilidades para que sus escasas neuronas, si es que les quedan, puedan seguir realizando las funciones de respirar, andar, comer, follar y dormir... Que ya de por sí es bastante trabajoso levantarse todos los días de la cama. ¡Chicos, con calma! No vaya a ser que penséis demasiado.

A veces me gusta caminar por la calle con música en mis oídos para evadirme de cualquier tipo de estímulo  y así reflexionar más calmadamente mis discrepancias con el mundo que me rodea. 
Ellos. Ese grupo de cucarachas a penas diferenciables entre sí que se resguardan en una esquina y te observan. Miradas extrañas. ¡Qué coño miran! Y se ríen. ¿Quizás de mí? Sigo caminando acompañada por mi palpitar, por mi respiración y por la imagen de mis zapatos pegados a una sombra que parece querer abandonar esta solitaria oveja negra. El sonido de una ambulancia retumba en mis tímpanos. Otra mujer muerta a manos de su marido, pero sigue siendo racional, ya que la culpa ha sido de la enajenación mental y no del hombre. Una excusa más para eludir la verdad de nuestra sociedad, ¡no somos tan racionales como queremos aparentar!

Regreso a casa después de mi breve paseo y oso poner la televisión, el gran invento de lavado de cerebros, ¡estoy "to loca"! Juzga las pasarelas de modelos por la presencia de muertas en vida a la vez que emiten las imágenes, seguidamente unos anuncios sobre pastillas adelgazantes, máquinas para perder peso y por supuesto esqueletos como protagonistas. A continuación, la entrevista con un doctor donde da explicaciones de cómo hacer una buena dieta y nos elabora todo un esquema con los índices corporales que debemos tener para estar ¿sanos o delgados? Falsa moral. 
Cambio de canal. Política. Un nuevo adolescente vuelve a asesinar, pero como es de esperar fue culpa del episodio de descontrol explosivo. ¡No seamos mal pensados! Y por si no ha quedado claro, detalles explícitos sobre el asesinato, por si algún zombi anda despistado y luego no sepa cómo utilizar un machete. Ahora quieren endurecer la ley del menor, pero ¿no fueron ellos mismos quienes votaron a favor? 
Sigo en el mismo canal. Sueltan a un violador y vuelve a reincidir. Me pregunto. ¿Para qué lo dejan libre? Encuentran en un monasterio fetos enterrados, pero ¿no tienen que guardar el celibato? Otro sacerdote denunciado por pederastia. ¡Y se atreven a decir que abortar es pecado! 
Siguiente canal. Cultura. El Papa comenta delante de millones de personas que el condón aumenta las enfermedades, pero ¿se ha puesto uno alguna vez? La iglesia, algunos políticos y algún retrógrada que otro, dicen que la homosexualidad es una enfermedad y un pecado irrefutable. ¿Acaso padecen algún déficit que les impida realizar alguna actividad cotidiana? ¿Pecado? ¿Han cometido algún delito? Pregunta retórica.
¡Y a mí me llaman loca! Tanta discordancia me desconcierta. 
Acabo apagando el televisor antes de que me produzca una lobotomía y olvide quién soy. ¿Y ahora qué? Continuo con mi indignación y cagándome, con perdón, en esta maldita humanidad. 

Ellos, que tan orgullosos se sienten por pertenecer a la estandaridad de la población, no son conscientes de que esa normalidad es enfermiza. Han forjado todo un campo de concentración compuesto por borregos y un pastor, la ignorancia. Tienen miedo de ser diferentes, claudicando de ser especiales. Les aterroriza la idea de ser discriminados y de ahí a que vivan acomodadamente entre mentiras y asesinatos. Prefieren la resignación antes que su armonía interna, antes que ser ellos mismos.
Yo, que me considero inhumana, asocial, atípica, incluso puedo parecer autista por mi actitud indiferente hacia esas moscas que me rodean, prefiero vivir en mi utopía y ser consecuente de mis actos (producto de mi personalidad) antes que ser una marioneta más de esta sociedad. No quiero ser normal. No quiero ser racional. No quiero ser uno de ellos. Quiero ser especial, dejar mi esencia en esta selva sin provocar daño a los demás, quiero sacar sonrisas. Me cansé de tanta intransigencia e hipocresía.
Desde hoy, he dejado de considerarme "persona", para ser "YO", con todas las consecuencias que acarrea.