jueves, 21 de marzo de 2013

Sirenas, ¿mito o realidad?


El gobierno es un sistema el cuál se adjudica los derechos de todo lo existente en la Tierra; experimentos, descubrimientos, atentados y avances tecnológicos deben pasar primero por sus arcas antes de decidir si lo harán públicos o no, digamos que se creen Dios.

Los estudios biológicos sobre la evolución del ser humano siempre se han basado en los descubrimientos arqueológicos y paleontológicos, es decir, tomaban su máxima referencia en los yacimientos (cuevas),  huesos, objetos y pinturas rupestres, además de las muestras de ADN  de los diferentes primates. He aquí la cuestión, ¿por qué tienen en cuenta para la historia de nuestra evolución y origen todos los dibujos prehistóricos descubiertos en cuevas que muestran a personas cazando mamuts (recordad los libros del colegio) y no toman en consideración aquellos otros en los que aparecen homínidos con cola de pez donde los que caminaban erguidos los aniquilaban? De hecho, ¿por qué no han publicado hasta ahora esas pinturas? Estoy hablando de que las sirenas pueden que no sean un mito de los antiguos marineros, sino de que siempre hayan estado ahí y que la raza humana haya querido extinguirla. 
En todas las culturas, en todos los países y en todos los continentes se han encontrado las mismas pinturas, prehistóricas o no,  de personas cuya parte inferior del cuerpo está representada por una cola de pez. Todos los marineros del mundo contaban las mismas historias, y las siguen contando; han visto seres extraños parecidos a los humanos nadar en mitad del océano, han pescado peces que presentaban lanzas en sus costados y tiburones con heridas punzantes por todo el cuerpo. ¿Por qué no tomamos estos datos como un hecho relevante? Si siempre se ha dado por válido el hecho de que procedemos de los primates y que millones de años atrás convivieron al mismo tiempo diferentes especies de homínidos (homo erectus y homo sapiens), ¿por qué no puede haber en estos momentos otra especie que se asemeje más a nosotros y cuyo paraje natural sea el agua? ¿Tienen miedo de que no seamos la única especie inteligente? Está claro que algo ocultan, pero no me voy a adentrar más en ese tema. Quiero que veáis el siguiente documental basado en hechos reales, publicado en España por el canal Discovery Max, para que comprendáis este escrito (todas las imágenes son recreadas y los investigadores son actores, además de que una de las imágenes finales es muy peliculera), os hará pensar sobre nuestro origen y la posibilidad de la existencia verdadera y actual de las sirenas. 

viernes, 15 de marzo de 2013

Descansando


Como habéis comprobado, no actualizo desde hace dos semanas, esto se debe a que llevo dos meses escribiendo para varios certámenes literarios, concretamente ocho, y hasta que no salgan los fallos no puedo subir esos relatos al blog. Evidentemente no soy una máquina y mi inspiración tiene un límite, ahora mismo estoy en "off" y necesito un par de días para descansar la mente y recuperar parte de mi imaginación. Mientras tanto, quiero compartir con todos vosotros, amigos míos, un par de canciones de género "épico clásico", y aunque en principio no os guste este tipo de música os recomiendo que las escuchéis, quizás os transmita parsimonia y os introduzca en un mundo de reflexión e inspiración que os ayude a elegir el camino correcto. 

Haced clic en cada canción para escucharla:

sábado, 2 de marzo de 2013

Envidia


La envidia, uno de los siete pecados capitales conocido en Psicología con el nombre de "monstruo verde". Recordemos que los celos es un estado mental que inflige dolor y/ o tristeza del bien ajeno a quienes lo padecen. Este sentimiento corrompe incluso a las almas más puras de la sociedad, a veces se revela de forma violenta y en otras ocasiones toma una postura relativamente pasiva, es decir, se limita a ignorar.
No obstante, podemos encontrar tres variantes: provocada, autoinfligida y sana.
La envidia provocada es causa de numerosas disputas y de incontables rupturas; una larga y estrecha amistad se puede ver envuelta en polémica por culpa de este sentimiento, y es que no soportamos a esa gente que alardea con el único propósito de sacarnos de nuestras casillas y recordarnos que siempre vamos a ser menos que ellos. Por otro lado, la envidia autoinfligida nos provoca malestar personal y nos impide ser honestos y transparentes dentro de nuestro círculo social, digamos que se asocia con una autoestima baja y la insatisfacción por la vida que llevamos. Y en tercer lugar, la llamada envidia sana, muchos dicen padecerla para evitar ser juzgados de mala manera, es decir, no quieren admitir que en cierto modo se sienten mal por no correr la misma suerte que el de al lado, mientras que otros simplemente se alegran por el bien del prójimo y desearían estar en su lugar.    
Es indiscutible el hecho de que todos en alguna ocasión nos hayamos sentido desdichados al comparar nuestra situación con la de otra persona que goza de plenitud absoluta. Las personas, queramos o no, somos egoístas y miramos primero por nosotros y luego, si nos va fenomenal, nos alegremos de la suerte de los demás. A estas alturas no vamos a negar la realidad, y es que el bienestar del prójimo no nos sirve para encontrar la felicidad en nosotros mismos (si estamos atravesando una etapa complicada, o si únicamente lo hemos tenido todo y lo queremos seguir teniendo todo). La solución para que este estado no sea un punto de discordia en las relaciones se encuentra en nuestro interior; en nuestra capacidad de superación y empatía. No nos debemos guiar ni comparar con lo que haga o deje de hacer el vecino del quinto, debemos ocuparnos en construir nuestra historia tal y como la deseamos sin importarnos si va a ser mejor o peor que la de nuestra prima, debemos buscar las cosas que realmente nos hagan sentirnos bien y aferrarnos a ellas. Nosotros tenemos el poder de tener suerte o no tenerla, ya que la suerte ni se busca ni se encuentra, se crea.