lunes, 21 de mayo de 2012

Sonrisas y lágrimas

Sí, hoy no puedo más. A veces las personas positivas también nos merecemos un instante de flaqueza, aunque no por ello dejamos de ser optimistas. Acumulamos los improperios de nuestras vidas en un cajón donde pretendemos mantenerlos olvidados para alejarlos de la gente que nos rodea, un pequeño rincón que guarda todas las mierdas de nuestras vidas; fracasos, decepciones, mentiras, trifulcas, desengaños, desilusiones y demás. Ese lugar no es el bolsillo de Doraemon, tarde o temprano su capacidad estará completa y la mierda comenzará a salir por los resquicios del cajón. ¿Qué sucede entonces? ¡Explotamos! A veces necesitamos desahogarnos derramando lágrimas como seres racionales que somos, lágrimas que muestran lo que verdaderamente llevamos en nuestro interior ya que no somos un maldito témpano, también padecemos al igual que comemos y cagamos como cualquier ser vivo de la Tierra. ¿Qué quiero decir con esto? Hoy no me encuentro muy feliz que digamos, hoy necesito un respiro.
Pensaba que mis glándulas lagrimales se habían quedado obsoletas, pero no, siguen intactas como el primer día en que lloré, mi nacimiento. Había olvidado lo que se sentía cuando la impotencia te invade, no recordaba que doliera tanto ni que el corazón se te oprimiera hasta el punto de dar la sensación que en cualquier momento puede dejar de funcionar. Sí, late más paulatinamente y la percepción espaciotemporal parece no tener fin. ¿Qué hacer en este caso? ¡Llorar, llorar y llorar! Es el mejor remedio ante la incapacidad para resolver una situación que te supera y la cuál no está en tus manos, teniendo en consideración que eres una persona optimista que ha superado miles de obstáculos y que siempre ha sabido sacar una sonrisa en tiempos de cólera. Así que señores con vuestro permiso, voy dejando caer grandes gotas de agua saladita por mis sonrojadas mejillas empapando mi camiseta del Stradivarius y doy comienzo a una sinfonía de moquera que me atrofia la nariz. No sé qué hacer, no sé cómo reaccionar ni qué decir, sólo sé que estoy comenzando a sentirme bien, lo necesitaba. Después de una hora entre mocos, ojos rojos y clínex me dispongo a sonreír, pues esta circunstancia me ha servido para reflexionar, aceptar, pensar y decidir. El berrinche se me ha pasado y la luz regresa a mi camino. La positividad vuelve a mi mente y paso página para continuar mi historia. ¡Qué coño! Ahora voy a ser más optimista que nunca, veo las cosas de forma más objetiva y con más claridad.
Me ha sentado genial este momento, porque los optimistas también lloramos, muy de vez en cuando..

lunes, 14 de mayo de 2012

Palabras

Al final las palabras sólo quedan en eso, palabras, una gran verborrea compuesta por promesas que luego quedan olvidadas como si nunca hubiesen sido dichas, y una tan ingenua que se las cree por su carácter profundo. Las palabras acaban siendo una gran mentira para solapar a las anteriores, sí más palabras.
Se pueden expresar de diversas maneras, escritas en papel, a ordenador, a máquina o simplemente habladas pero nunca son representadas, nunca hay hechos, de ahí a que sean mentiras, o ¿sólo es en mi caso?
Lo cierto es que siempre me han dicho, me han jurado, me han ilusionado con el objetivo de... no sé, supongo que de alimentar su tiempo pueril mientras me brillaban los ojos al leerlas, al escucharlas. Más tarde ese brillo comenzaba a desaparecer y mis párpados ocultaban el color del iris mientras mis ilusiones desvanecían por momentos pues había descubierto la verdad, sólo fueron palabras.
He dejado pasar acciones que hubiesen nutrido mi vida de experiencias para invadir mi mente de cuentos que pensaba que algún día se harían realidad, que algún día dejarían de ser sólo una fantasía. No sé cuál es el objetivo de tanta retahíla si no obtienen nada, si no obtengo nada. Quizás la culpa de todo no fue de ellos, yo permití que llegaran a mis oídos y a mi vista, me hacían feliz en ese momento y sólo me arrepentía con el paso del tiempo cuando veía que no se cumplían, cuando mis días amanecían siempre nublados.
Ahora soy yo quien plasma letras que forman más vocablos ¡qué ironía! La diferencia es que yo no prometo nada, sólo reflejo la verdad de la mentira, sólo intento deshacerme de esas farsas y dejar de creer en el abecedario, mi cometido es volver a creer en hechos.

AL FIN ABRÍ LOS OJOS: PERDIENDO "CONOCIDOS" Y GANANDO HONESTIDAD...

Me parece increíble la cantidad de mentiras que una persona puede soltar por la boca, al igual que me deja estupefacta que dicho sujeto comparta la misma sangre que uno. 
Perdonamos traiciones que luego se vuelven a repetir para volverlas a perdonar, ¿o me equivoco? ¿Cuántas veces habéis perdonado a la misma persona? Yo, decenas.
Hace poco aprendí viendo la película "El Padrino, Parte II" que si te traicionan una vez la culpa es de los traidores, pero que si te traicionan dos veces la culpa es tuya por permitirlo. El Padrino llegó a matar a su propio hermano para así asegurarse de que no volvería a traicionar a la familia, así que de la misma forma que el Padrino se deshizo de la manzana podrida que estaba contagiando al resto de frutas, yo me deshice de la lacra que malmetió en mi vida durante años, ¡ey, no penséis mal! Mis manos no están llenas de sangre, simplemente puse distancia de por medio, pues no hay mayor desprecio que la ignorancia.
Hoy puedo decir que soy completamente feliz y que mi vida sólo la están compartiendo los que se la han merecido gracias a la sinceridad, honestidad y bondad de los mismos.

sábado, 5 de mayo de 2012

Veinte más

Salió de aquel sitio con la sensación de que le habían tomado el pelo, no comprendía cómo un par de cartas al azar podían adivinar la edad de su futura pareja, ¿dónde estaba escrito eso? ¡Habladurías!” - Pensó.
Ella sólo quería saber si su futuro iba a ser fructífero, si tendría unos hijos sanos y si su vida amorosa sería estable y digna de un cuento de hadas, pero no, la vieja esotérica se centró en la edad de su hipotético novio y el cambio que éste produciría en su apacible y monótona vida. “¡Menuda estafa!”. - Balbuceó mientras iba camino a casa.
 Siempre había sido una chica con unos ideales muy arraigados en cuanto a temas de amor se refería. Su hombre ideal debía tener entre dos y siete años más que ella, de estatura media, complexión atlética y carente de bello corporal. También tendría que tener una carrera universitaria, un trabajo asentado y ser todo un caballero. Sí, así se imaginaba a su ficticio marido, "el hombre perfecto". Quería satisfacer el deseo de sus padres de conseguir un buen yerno para ellos y tener una imagen encantadora para el resto de la sociedad, una imagen nada fuera de lo común que le permitiera pasar desapercibida sin rumores de por medio y a la vez que fuera muy especial para ella.
 - ¡Ey, cuidado! ¡Mira por dónde vas!. - Le gritó a un señor trajeado que iba hablando por teléfono totalmente despistado.
- ¡Qué se creerá!- Caviló. La gente mayor cree que pueden mirarnos por encima del hombro y pisotearnos sin escrúpulos.
- Le ruego que me disculpe bella señorita, la vi de lejos y no pude evitar tropezarme con usted buscando una excusa para conocerla. – Alegó el caballero de una forma muy seductora. Sorprendida por la respuesta del desconocido galán agachó la cabeza y sonrojada pidió disculpas por su mala gana, nunca nadie le había entrado con tanto descaro y a la vez con tanta educación. En cualquier otra circunstancia hubiese pensado que es el típico viejo verde acomplejado por su edad que intenta recuperar su juventud acostándose con chicas a las que le dobla la edad, pero esta vez no presintió nada de eso, había algo en sus ojos que la hechizaban. - ¿Estás bien? No quise ser demasiado atrevido, pero siempre hago caso a mi intuición y en esta ocasión me dijo que debía conocerte, y nunca me gusta llevarle la contraria.
- Supongo que mi intuición o el propio destino también quiso que nos encontráramos hoy en el mismo camino. – Le contestó ella sin apartar la mirada del claro iris de sus ojos.
No era joven, no estaba atlético, no tenía hecha ninguna carrera universitaria y tenía bellos en todo el cuerpo menos en donde tenía que tenerlos, en la cabeza. Eso no le impidió querer conocerlo, había algo en él que la atraía, era muy diferente al resto. A partir de ese día pasaron juntos todas las tardes a escondidas; tomaban café, compartían risas y debatían sobre política.

La estudiante estaba muy a gusto con él y se sentía protegida. Sus vidas no tenían ningún parecido pero eran extrañamente iguales; ambos cansados de una sociedad ignorante que se rige por estereotipos y ambos deseosos de encontrar la perfección en una relación. Seguían pasando los meses y su amistad aumentaban, no podían plantearse una vida en el que el otro no estuviera; la juventud aportaba a la madurez y la madurez aportaba a la juventud, los dos unidos formaban un perfecto equilibrio.
Dieron un paso más, querían fundir sus almas y hacerlas invencibles, hacerlas eternas. Entre el mar y la playa hicieron el amor bajo un cielo estrellado que se convertiría en testigo de la más sincera y bella relación, sin miedos, sin prejuicios, olvidando el que dirán y sintiendo a través del corazón pero con una pequeña diferencia entre ellos; ella con diecinueve años y él con veinte más.

A petición de numerosos lectores. 
Tema: diferencia de edad.