sábado, 8 de mayo de 2010

Aire

Qué es el aire para mí sino un derecho congénito de los seres vivos, la libertad. Fue aquél que me acogió en sus brazos al nacer, la primera sensación de placer que recibieron las terminaciones nerviosas de mi cuerpo procedente del mundo exterior, el surgir. 

Aire, se convertiría en el eje de la rueda que mueve mi vida, esa brisa que siento cada despertar desplazándose por mi cuerpo y erizando mi piel al igual que lo hace un suave beso, esto es placer. Respiro y lo siento. 
Abro los ojos pero no lo veo. Está ahí, lo presiento. Quién no ha alzado los brazos alguna vez en una cima solitaria y mirando al cielo ha gritado a los cuatro vientos “¡Hola!” esperando que el aire nos respondiera con un eco, el gran conocido. Cuántas veces hemos paseado por la orilla del mar sintiendo el agua helada recorrer nuestros tendones mientras éramos acompañados por esa caricia en nuestras mejillas. ¿Y qué sentimos? Tranquilidad, armonía, paz, alegría, melancolía, todo un sin fin de adjetivos para describir a este duendecillo que recorre las calles día tras día.
¡Qué decir de nuestras emociones! El aire, reflejo de nuestro temperamento. Delator de nuestras rabias, confesor de nuestra felicidad. O no es cierto que decimos ¡Cuánto viento, el tiempo está como tú! ¡Violento! Aire, noto su presencia en todas partes. 
Olas grises que vienen y van con gran furia raptando cada grano de arena que compone la tierra. Las hojas de los árboles se mueven al compás de esté elemento. La bufanda roja de esa estudiante intenta escapar con él. Ese paraguas viejo refleja su dolor dejando caer lágrimas finas sobre el cabello negro de la atleta. Corremos y nos empuja. Quiere que juguemos. Nos envuelve en una burbuja sin fin hasta hacernos tocar el suelo. Quiere jugar a la lucha. Tan sólo un cobarde se descalza. Sube a la barandilla. Llora y desaparece de su vista, el fin.
Ni el agua, ni la tierra, ni el fuego nos acompaña hasta nuestro entierro. Sólo está él, el aire. Acompañante deseado en esas noches de encuentro, en una cama con un amante y un reloj viejo. Susurra a lo lejos que quiere participar. Golpea las persianas porque tan sólo quiere escuchar gemidos de placer y miradas de complicidad. Encelado hace el amor con las nubes que se corren hacia el norte. Disipan de su fervor que las eleva a las estrellas. El cielo despejado muestra la gran pasión de esté invitado que nos regala un cielo azul dibujado. Salimos al balcón y sonreímos. Gracias por este paisaje creado.
El aire es libertad, es satisfacción. Es nuestro acompañante hacia el más allá. Cállate. Escúchalo. Comprobarás que la sensación de paz que te transmite no es ni la mitad de lo que sentirás encerrado en un cuarto hablando con la soledad.

1 comentario :

  1. No me doy cuenta de lo bello que es el aire hasta que cierro los ojos y lo siento....

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