El mundo se estropeó desde que ya no nos hablamos a la cara. Desde que una llamada es algo inusual y bloquear es el mejor escondite de los cobardes.
Perdió su color desde que responder rápido a un mensaje se considera de perdedor. Desde que clavar un visto es sinónimo de vencedor y cancelar una cita nos hace más interesantes.
El mundo cayó en decadencia desde que demostrar atención y admiración equivale a ser una persona de bajo valor. Desde que conquista el que menos da y más ghosting hace por parecer inalcanzable, por considerarse un reto que hay que lograr.
Perdió su esencia desde que ya no nos pedimos perdón. Desde que dejamos de expresarnos lo mucho que nos echamos de menos, por orgullo, por miedo a parecer el más débil.
El mundo se volvió vacuo desde que dejamos de mostrar nuestros sentimientos. Desde que se le tiene más miedo a la responsabilidad afectiva que a regalar tu cuerpo, tu energía.
El mundo.
Perdió contacto con el corazón desde que nos callamos nuestras ganas.