Entre cuatro paredes, una ventana y un silencio demoledor
me hallo marchita; sin pétalos ni color.
me hallo marchita; sin pétalos ni color.
Me ahogo en la sequía de la apatía,
entre la soledad más áspera y la cama más fría.
Palidezco con temor en mi propia habitación,
sin encontrar la salida, sin apreciar un rayo de sol.
Araño el suelo al compás del tictac del reloj,
deseando una caricia, suplicando una cálida voz.
deseando una caricia, suplicando una cálida voz.
Entre cuatro paredes me hallo olvidada, perdida en la melancolía
y desvaneciendo en esta cueva sombría.
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