Hay personas y luego cosas, pero
hay más de lo segundo que de lo primero; cabezas llenas de serrín y con
ausencia de materia gris. Luego están las grandes mentes pensantes, neuronas capaces
de huir de lo común que construyen universos dentro de burbujas. En este mundo
hay cabida para ambos; mientras los pensadores se ocupan de compartir sus
conocimientos y sus sonrisas, los idiotas se entretienen vomitando sandeces y riéndose
de la sabiduría de los que son diferentes. Lamentablemente la segunda especie
es la predominante, es por ello que cada vez hay más muertes estúpidas, porque
la estupidez no tiene límites ¿verdad? Y es que la elocuencia dejó de cobrar
valor, la naturalidad de la belleza se escondió detrás del maquillaje y el photoshop,
la mirada quedó ciega ante tanto estupor y el abrazo sentido de un ser querido
se marchitó. Ahora lo que está de moda es llamar la atención con banalidades y
superficialidades. Si siguen a ese ritmo de autorretratos en lugares inviables
la primera especie acabará por dominar el mundo. Total, en esta vacua sociedad
estamos sobrados de cosas pero faltos de personas.
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