Tengo ganas de ser una chica mala, de arrancar pieles y
matar con la mirada. Quiero derramar falsas esperanzas y que recojan cada
mentira vertiendo rojas lágrimas. Me gustaría romper almas para luego intentar
pegar sus doloridos trozos con palabras olvidadas, que me supliquen que me
aleje a la vez que quedan prendadas de mis oscuras artimañas. Deseo impartir
clases de dolor que penetren hasta sus entrañas, que vomiten amor y traguen espinas
doradas. Y es que sólo me apetece partir caras, meter patadas y escupir en sus
espaldas, que cada ápice de bondad que haya en mí se disipe para dejar hueco a
una hija de puta descorazonada. Siento que debo jactarme de cada frase
estudiada, que teman dirigirme la palabra si van a soltar alguna gilipollez
insensata. Tengo ganas de ser una chica mala y dejar atrás tantas lágrimas
derramadas.
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