martes, 20 de diciembre de 2011

MIRANDO AL MAR

Mirando al mar desde un acantilado veo las olas romper contra las rocas y siento cómo mis mejillas son acariciadas por las gotas de espuma que huyen de ese pozo de lágrimas. Mis zapatillas se empapan, mi ropa se humedece y mi piel se eriza por las frías aguas, ya no me preocupa nada. Estoy aquí, sentada, observando este hermoso paisaje que me regala la vida, esa misma que un día guardé en el cajón del olvido. Estoy aquí, pensando, creando expectativas y soñando que en un futuro no muy lejano las haré realidad. Nutriré mi esencia con hechos y no con deseos, nutriré mi alma con verdades. Como las nubes en el cielo, avanzaré sin rumbo fijo hasta alcanzar mi destino, hasta dejar huella en cada corazón que visite, porque a diferencia de ellas yo jamás me desintegraré, me convertiré en una nueva arteria y haré fluir la sangre que los mantiene vivos.
Mirando al mar desde la orilla del Mediterráneo veo los barcos atracar en el puerto de los milagros, un día más que sobreviven a la furia de Poseidón trayendo a la costa prosperidad y amor. Al igual que un pescador, paso las horas esperando que piquen mi anzuelo para poder volver a casa satisfecha, con una gran sonrisa en la cara y un brillo especial en los ojos. Y sigo aquí, sintiendo la arena mojada en mis pies, observando cómo los peces saltan para coger el oxígeno que les hace respirar, que les devuelve otra hora más de vida.
Mirando al mar desde mi azotea recuerdo días de verano en los que hacía el amor en la playa bajo una lluvia de estrellas y el calor de una moraga. Mi cuerpo se calienta y mis sentidos me avisan de que no es tarde para mejorar esas noches. Estoy en el camino hacia la verdadera felicidad. Mi mente descansa tranquila y mis recuerdos son sólo eso, pasado. Ahora he de avanzar y construir nuevos recuerdos de los que sentirme orgullosa en un futuro. Es la hora de dejar grabado en este sólido muro la fecha en la que comencé a ser feliz, la fecha de mi nuevo nacimiento.
Mirando al mar cada día me recuerda que hace una vez, no mucho tiempo atrás, estuve apunto de arrojarme por ese acantilado, pero apareció mi ángel de la guarda y me liberó de las cadenas que me mantenían estancada.
Mirando al mar hoy doy gracias a la vida, porque he conocido el verdadero significado de la felicidad, el amor universal.

jueves, 10 de noviembre de 2011

DESILUSIÓN


Cuando comienzas una relación todo es puro y fresco, todo son melodías de amor y palabras de aprecio, todo parece perfecto. Se olvida forjar una amistad y se empieza directamente con una pasión carnal en la que se funden dos cuerpos que acaban amándose entre cálidas sábanas.
Todo es maravilloso hasta que surge la monotonía y la ilusión se desvanece; ya no hay mariposas en el vientre ni brillo en los ojos, sólo queda el cariño y la costumbre de estar con alguien. Creemos vivir algo verdadero y nos cubrimos los ojos con una venda de mentiras, nos volvemos comodones. Luego llegan los malentendidos, las decepciones y los arrepentimientos, a partir de ahí todo lo vemos negro. ¿Cómo no pude verlo? Todo el mundo me lo decía, ¿por qué no los escuché? Ahora la impotencia se apodera de una mente débil que sólo sabe fabricar lágrimas y anular cualquier capacidad de reacción, ¿qué voy a hacer sin él?
Regresan las oportunidades pero por poco tiempo, la cosa no funciona. Vuelta a empezar. La habitación se cubre de versos tétricos y la almohada se empapa de pequeñas gotas de agua. Ninguno de los dos saben ya pasarlo bien con sus amigos, no tienen cuerpo para fiestas y mucho menos para conocer gente nueva.
Otra oportunidad. Ya van dos y ésta dura menos que la anterior. ¡Cuánto sufrimiento sin motivo por optar por la vía fácil! Sabes que con él si quieres sexo lo tendrás, si quieres un abrazo lo recibirás y si quieres un par de cenas románticas las harás. También sabes que a la semana siguiente discutiréis, no os entenderéis, volveréis a romper, lloraréis, os rallaréis, volveréis juntos y quizás caigáis de nuevo... ¿Y vuelta a empezar? ¡No por favor! ¡Aprende de tus errores! Deja que el destino tome tu decisión, al fin y al cabo elige lo mejor para ti, si algo no ha de ser no lo será nunca. Si vas contra él no avanzarás y vivirás entre penurias y lamentaciones.
Cuando la ilusión desvanece hay que saber admitirla. No podemos estancarnos en una relación la cual nos perjudica, hay que tomar decisiones aunque ello conlleve llorar un par de días, sino reflexionad. ¿Qué preferís; llorar un par de semanas o llorar tres días sí y uno no durante años indefinidos? La respuesta a mi parecer es fácil; yo “prefiero” pasarlo relativamente mal durante algún período leve de tiempo a vivir siempre con la inseguridad de no saber cuándo será la próxima ruptura a causa de la incompatibilidad de los dos.
Tenemos que ser honrados con nosotros mismos y hablar las cosas con sinceridad, dejando a un lado los egoísmos y los reproches. Aunque la pareja se rompa eso no quiere decir que no se pueda crear luego un vínculo de amistad duradero, pero debemos de saber cómo y cuándo es el momento ideal para hacerlo. Cada persona supera las dificultades de la vida de una forma diferente y cada una necesita su tiempo, un tiempo que no está dictado en ningún libro de psicología. El amor siempre quedará vigente en dos personas que han compartido aventuras y sensaciones, es de irracionales el querer romper todo contacto porque no sepáis cómo llevaros, simplemente dejad que el tiempo pase y que vuestro corazón se recupere, dejad que el camino siga su curso y que la felicidad os llene. Quién sabe, quizás algún día seáis amigos y recordéis años pasados con ternura e ilusión, fue una experiencia más.

Perdona pero nunca olvides, pues de tus errores debes aprender para la próxima vez.

lunes, 24 de octubre de 2011

HUIR



Llegó un punto de inflexión en su vida.
- ¡No aguanto más! – Gritó sin más oscilación. Había sobrepasado el umbral de su paciencia, todo le irritaba y nada le satisfacía.

Suspensos, rupturas, discusiones, fracasos y demás adversidades oprimían su persona. La falta de energía se apoderó de él y el desasosiego se había convertido en una pieza imprescindible en su vida. Dejó atrás todos sus triunfos e ilusiones; su carrera, su trabajo, su afición por el deporte, las fiestas con sus amigos, en definitiva, olvidó vivir.
Se encerró en su habitación con una botella de ron y las lágrimas comenzaron a caer.
-¡A la mierda todo! ¡Necesito huir de aquí! – Su mente repetía y repetía.

Y así pasaba los días, aislado, autodestruyéndose con alcohol y maría.
Mientras su mundo avanzaba él permanecía congelado en el tiempo, sin evolucionar, quieto, tan sólo el cantar de las golondrinas le recordaban que seguía en el mundo real.
- Ten fe – Le susurró una voz aterciopelada. – Ten fe y todo irá mejor.
Acongojado se levantó de las congeladas baldosas de su cuarto y buscó aquella voz por todas las estancias de su casa; miró debajo de la cama, rebuscó dentro del armario, se asomó detrás de la puerta, observó por la ventana pero nada, no había nadie, ni un solo indicio de la procedencia de aquella voz.
- ¿Será verdad que existe algo sin una base empírica? ¿Por qué no creer en hechos inexplicables? ¿Por qué no tener esperanza? – Se preguntaba mientras aún asimilaba lo sucedido entre aquellas cuatro paredes blancas.
Abrió la puerta de la entrada y descalzo comenzó a caminar por el frío asfalto. Aceleró sus pasos. Echó a correr, quería huir de allí. Quería huir de él mismo.
- Tanto tiempo malgastado por mi incompetencia y por no haberme ocupado en conocer mi interior que perdí todo cuanto quería por no ser paciente y no saber actuar. – Pensaba cuando comenzaron a caer sus primeras lágrimas de felicidad.
- ¡Creí que todos estaban en contra mía pero era yo mi único enemigo! – Gritaba mientras sus pies ensangrentados lo llevaban al camino destinado.

Y llegó, llegó a su destino, la playa. Introduciendo su cuerpo en las frías aguas del mar comprendió que no debía huir, que no debía lamentar sus fracasos sino aprender de ellos y utilizarlos para alcanzar nuevas metas, porque la felicidad no se encuentra en los demás sino en uno mismo siempre y cuando se tenga fe.
Empapado regresó tras sus pasos y de nuevo se encontraba en su habitación pero esta vez rodeado de todos sus seres queridos y narrando la experiencia que le había llevado a creer de nuevo en él. La sonrisa volvió a su rostro y la energía recorrió todo sus sentidos. Ya no había opresión ni hostilidad, sólo tranquilidad y paz.

martes, 11 de octubre de 2011

LA ILUSIÓN

Sí, siempre luché por lo que quise, luché por superarme cada día.
Todo en mi vida representaba un reto para mí; los estudios, el surf, la familia, los amigos. Nada ni nadie podía seguir mi ritmo, era yo contra las adversidades. Mi energía era insuperable, mi motivación incomparable y mi capacidad de superación inalcanzable, así era yo, cazadora de notas y domadora de olas.
Ebria por el éxito rotundo de mi persona comencé a divagar por el camino que me marqué en un principio, comencé a desviarme y tomar rutas que no me llevaban a ningún sitio en concreto. Me perdí. Así era como me encontraba, perdida en un mar de fiestas y olvidos. Olvidé todo por lo que había luchado. Olvidé mis objetivos, mis proezas, mis ganas de avanzar y arrebatar el primer puesto a esos anónimos. No era la misma, no comprendía qué era lo que me estaba sucediendo. La apatía comenzaba a hacer estragos en mi futuro. Necesitaba ayuda, alguien que encendiera la mecha que yo me encargué de apagar.
- ¡Te necesito! – Gritó mi subconsciente aún vivo gracias a su esperanza.
- ¡Ey, despierta de una vez! No desperdicies tus capacidades y vuelve a luchar por lo que realmente amas, el surf. – Me dijo mi Pepito Grillo personal.

¡Esa era la clave! Sólo necesitaba alguien que me motivase, que me recordase que tengo mucha valía y que con perseverancia y mucho esfuerzo volvería a ser la de antes, a ser yo. Mis triunfos regresaron, mi motivación se multiplicó por tres y mi satisfacción personal aumentó más de lo esperado. Volví a cazar notas y domar olas. Sí, me siento bien. Cuando vuelve la ilusión todo va mucho mejor; no hay nada imposible, no hay batallas perdidas, sólo guerras que quedan aún por ganar.

A petición de mi amigo Ra. 
Tema: recuperar la motivación por antiguas virtudes/ hobbies

martes, 27 de septiembre de 2011

ESA SENSACIÓN

Aún recuerdo esa sensación placentera, nada ni nadie en mi cabeza. Cada día lo vivía como si fuera el último; sonrisas por doquier y callejeo a tutiplén. Me sentía poderosa. Creí ser invencible e inmune a cualquier ataque emocional. Parecía otra; feliz, dinámica, estable y sociable. Sí, disfrutaba de mi persona y de la compañía de mis allegados.
Como en toda evolución personal ese estado no iba a durar para siempre, alguien penetró en mi mente; me ilusioné, me centré en él y caí en el olvido para ese individuo. Volvieron las lágrimas, las frustraciones, la impotencia y ese maldito contrafáctico. Me dije que no volvería a pasar y pasó. Una vez más me dejé derrotar por la impaciencia.
¡Cuándo aprenderé! ¡Cuándo me daré cuenta de que sólo yo puedo hacerme feliz!
Pasaron las semanas y mi energía había disminuido, volvía a la misma rutina tediosa que me había acompañado todos estos años; encerrada entre cuatro paredes pensando y pensando cómo solucionar algo que ya no estaba en mis manos. Tanto pensar hizo que abandonara el ejercicio físico, que desapareciera para el resto de la humanidad, que olvidara cuánto amaba el mar y la playa, que olvidara volver a ser yo. Pero no penséis que la caída fue tan grande como antaño, esta vez me levanté del suelo más rápidamente. Estaba de pie pero de nuevo tenía que subir los escalones que escalé con anterioridad, de nuevo tenía que volver a alcanzar todo lo que ya había conseguido.
Lo siento, siento caer en los mismos errores de siempre, siento hacerme daño y siento autoengañarme. ¡Joder, seré gilipollas! ¡Abre los ojos de una puta vez! ¡Aaaaarggggg!
¡Al fin! Vuelvo a sentir esa sensación, nada ni nadie en mi cabeza, sólo rabia y ganas de seguir luchando, ganas por alcanzar la meta que me propuse en fin de año; alcanzar la felicidad. Sé que lo conseguiré, aunque nadie confíe en mí demostraré que no soy una pardilla sin aspiración en la vida, no soy una más del montón de los ignorados. Soy M.

martes, 2 de agosto de 2011

ESTA PUTA REALIDAD

Esta puta realidad

¡Joder! ¿Es que soy la única que se da cuenta de que soy la persona idónea para entrar en vuestras vidas? Sí, paso de eufemismos y honestidades. Me encanto. Soy única en mi especie, buena persona, vivaz, directa, responsable, realista, educada, atenta, centrada, coherente, y así puedo pasarme toda la entrada y me faltaría espacio. Soy quien soy porque no podría ser otra ya que sería menos de lo que soy ahora. Y sí, he de reconocer que antes no era yo, mi vida me parecía patética, monótona y me rendía a los pies de cualquier individuo que me pronunciara cuatro palabras bonitas y ¿por qué no? Palabras subidas de tono. Sí, así era yo de simple ¿y qué? Todos lo sois y yo no me he quejado hasta ahora, pero ha llegado el momento de poneros los puntos sobre las ies.
Este último año me ha servido para valorarme a mí misma, para dejar atrás las ilusiones y cobardías, los defraudes y mentiras. Me ha servido para saber quién tiene derecho a compartir mi presencia y quién ha de decir adiós a mi persona. No toleraré más esa falta de valoración hacia mí, simplemente desapareceréis de mi vida porque me transmitiréis indiferencia. Vuelvo con la misma retahíla de las semanas anteriores; si queréis estar a mi lado demostrármelo con hechos y dejaros de tanta verborrea.
- ¡Oh señor, dame fuerzas para aguantar a esta sociedad tan vacía de empatía!
Sí, rezo por todos vosotros. Rezo para que cambiéis poco a poco y abráis la mente como lo hice yo. Dejaos de amigos de conveniencia porque serán los mismos que os den de lado cuando realmente los necesitéis. Dejaos de sonrisas falsas y lágrimas de cocodrilo porque ya nadie os cree, yo desde luego dejé de creer en todos vosotros. Dejaos de gilipolleces y abrid vuestro corazón a quién de verdad se lo merece, a quién por las noches piensa en vosotros y por las mañanas tenéis noticias de ellos. ¡Dejaos de tanta hipocresía! Dad la oportunidad a vuestro Yo de salir a la luz y comprenderéis cada una de mis palabras. Me da igual si pensáis que mi ego ha absorbido a Melodi, yo soy feliz así y cada día ira desapareciendo los resquicios de esa chica que conocisteis hace tiempo; acostumbraos a mí porque no habrá nadie más que sea capaz de deciros esta puta realidad.

miércoles, 1 de junio de 2011

MIEDO

¿Sabes? Me da miedo conocerte, que me conozcas, que tenga ganas de besarte, que no quieras. Me da miedo que me beses y que me guste, sentirte, que me sientas. Me da miedo disfrutar contigo, querer ver tu sonrisa cada día, despertar con tus caricias y embriagarme con tu dulce aroma. Tú me das miedo en sí. Me aterra reflejarme en tus ojos, perderme en el negro de tus pupilas y no saber decir lo adecuado antes de que te vayas y yo me quede, ver como subes a ese avión sin tan siquiera haber intentado retenerte, convencerte. Tan sólo bastaría una palabra convincente para demostrarte que todo te lo puedo dar si te quedas. Sin embargo, te dejo marchar, no considero que valga tanto la pena para cambiar el destino que tenías preparado, no valgo tanto para desmontar tu vida en tan sólo siete días. No tengo nada mejor que ofrecerte. No quiero acabar haciéndote daño si te quedas. Nos despedimos tristemente y te vas alejando. Te pierdo de vista. Deseo gritarte, gritarte que te quedes conmigo, pero no lo hago. Me quedaré con la duda para siempre de qué hubiera pasado. Quizás hubieses dado media vuelta con tus maletas y llorando de alegría me hubieses abrazado, o tal vez hubieses seguido tu destino como ahora.
Te imagino subida en el avión mirando por la ventana con ojos melancólicos, recordando esos días de sol, mar, risas, besos y caricias, esperando hasta el último instante verme correr por el pasillo para impedir que te vayas en ese vuelo, pero eso no sucede. Cierran las compuertas. Despega el avión y te vas, te vas igual que viniste.
Desde esta jaula con barrotes de cristal veo volar a ese pájaro metálico que te lleva sentada entre sus tripas, que te aleja de mí, que me hace suspirar, que me hace arrepentirme por no arriesgar. ¡Maldita sea! ¡Por qué no fui capaz de pedirte que te quedases! Dejé de ver el avión. Te marchaste de verdad. Me doy media vuelta y comienzo a llorar. Camino con desazón para salir de aquel baúl que encierra mi último recuerdo más triste, verte marchar, arrepentirme de nuevo cuando ya no puedo rectificar.
Mi mundo está lleno de arrepentimientos, de contrafácticos. Os preguntaréis porqué nunca arriesgo cuando no tengo nada que perder, pero no lo sé ni yo, quizás sea miedo. Miedo a sentir demasiado y perder mucho más. Miedo a obtener una respuesta negativa y no saber cómo reaccionar. Miedo a que me vean llorar por primera vez y tirar por la borda todos mis años de frialdad. Quizás prefiera permanecer helado antes que morir derrotado por lanzas que atraviesan mi corazón descongelado.

Miedo, le llaman a preferir perder antes que luchar y vencer. Miedo es mi único pecado.

sábado, 7 de mayo de 2011

Y DECIRTE TE AMO


A LA ATT. DE ARTURO GAVILÁN 
C/ San Valentín, nº 14
 29647 | Málaga 

 Querido Arturo, dicen que nunca es tarde para decir lo que sientes. 

¿Recuerdas cuando nos conocimos? Apenas teníamos siete años. Te vi en el patio del recreo sentado solo en aquel columpio viejo y oxidado; no te balanceabas, permanecías inerte; tenías una mirada perdida, quizás pensativa, tan profunda que llamó mi atención y no pude evadir ese sentimiento de empatía. Me acerqué por curiosidad y me senté a tu lado sin pronunciar palabra. Una sonrisa recíproca y sincera bastó para crear un vínculo de amistad inmediato que nunca se rompería, una complicidad inexplicable que escapaba a nuestro propio entender y aún sigue escapándose. 
Con el paso del tiempo forjamos un lazo afectivo irrompible, éramos dos en uno, no nos hacía falta hablar para saber lo que pensábamos, con una mirada lo decíamos todo. 
Los años pasaban y nuestros cuerpos y mentes maduraban. Tú, sumergido en innumerables relaciones esporádicas que no acababan de cuajar, no te llenaban y no sabías el por qué; yo, retraída en mi mundo de celos por ti, me gustabas y tenía que conformarme con ser el hombro en el que llorabas tras tus numerosas rupturas. 
Sabes, pasó toda nuestra adolescencia y no te hice ver que te amaba, pues tenía miedo de besarte y que me rechazaras, que me besases y me gustara, tenía miedo de querer más de ti y que te alejaras, que se acabara nuestra conexión y desaparecieras de mi vida. Seguían pasando los inviernos y mantenía reprimidos mis sentimientos hacia ti. A veces imaginaba que te sucedía lo mismo que a mí, que no dabas un paso adelante en nuestra relación por miedo a estropearla y perderme como amiga, que eludías los besos en la comisura por miedo a desviarlos hacia mis labios. Sí, eso creía y deseaba. 

Hace un par de días me levanté de la cama eufórica. Tenía la necesidad de gritar a los cuatro vientos que estaba enamorada de ti, además, se acercaba San Valentín y ambos estábamos solteros y sin compromiso. No lo pensé dos veces; cogí el teléfono y te llamé con la excusa de cenar juntos el 14 de febrero para celebrar los veinte años de nuestra bonita amistad, una mentira piadosa para pasar contigo ese romántico día y decirte “te amo”. 

Y por fin llegó el día. Mis nervios comenzaron a aflorar sólo de pensar en esa cena tan especial, tú y yo solos con la única compañía de las velas y la luna llena. Llegó el momento. Entusiasmada saqué toda mi ropa del armario para decidir qué galas iba a lucir. No te rías de mí, pero me sentía como una niña a la espera de su primer encuentro amoroso, con ese brillo especial en los ojos y los nervios a flor de piel. 
Cayó la noche y por fin escogí lo qué llevaría puesto para nuestra primera cita; un vestido ajustado de color rojo, unos tacones de salón, un reloj dorado y una americana beige. Estaba ansiosa por escuchar el timbre que anunciaría tu llegada... De repente sonó el teléfono, ese maldito teléfono. 

He aquí el que iba a ser mi gran día, vestida de luto y con el lápiz de ojos corrido. Ese conductor borracho no frenó a tiempo, dice que no te vio. He tenido que presenciar cómo desaparecías entre la tierra y el mármol, cómo te arrebataban de mi lado y cómo perdía una parte de mi esencia para darme cuenta de que dejé pasar demasiado tiempo. Sobre tu tumba yace inmóvil mi alma arraigada en tu recuerdo. Apenas me quedan fuerzas para escribir estas últimas palabras de despedida, las pastillas me están haciendo efecto y a duras penas puedo mantener el bolígrafo sobre el papel. Mis ojos se cierran poco a poco y mi cuerpo desvanece lentamente en el frío mármol que oculta tu efigie. Ha llegado la hora, pronto volveré a estar junto a ti y al fin podré decirte “te amo”. Porque ni la fría muerte logrará separarnos. 

Tu amada amiga.

domingo, 1 de mayo de 2011

LA ÚLTIMA NOCHE


Es una noche como otra cualquiera, monótona. Camino por los suburbios de la antigua ciudad de París rodeado de mafias, prostitución e indigentes que me agarran de la mano rogando su salvación.
Prometí dejarlo, dejar mis vicios de sexo y drogas, dejar de visitar esos antros donde la oscuridad y el anonimato son mis únicos acompañantes. Sí, prometí que esta sería la última noche, me despediría de esas almas enfermizas que aclaman mi cuerpo día tras día. Se lo prometí a mi mujer y a mis hijos.
Entro en Babylon como de costumbre pero esta vez el nerviosismo me invade por completo, parece haber cambiado todo; la estética del lugar ha adoptado un aspecto más siniestro si cabe, un aspecto que deja entrever que el sitio no es apto para cardíacos.
- Si entras, no podrás salir. – Me susurra al oído la nueva recepcionista.

Al oír esa voz mis pupilas se dilatan y comienzo a sentir cada latido de mi corazón. Algo no va bien. A pesar de mi desconfianza sigo adelante por este pasillo alumbrado únicamente por antorchas doradas que desprenden un calor abrasador. Llantos y gemidos acompañan el sonido de mis pasos que asustados tropiezan con cada escalón de la estancia.
Llego al final y una sala rodeada por espejos me da la bienvenida, en medio, una gigantesca alfombra roja repleta de personas que se mueven al unísono. Me acerco para unirme a esa gran orgía de sodomía por última vez, pero mis pies se hunden en el suelo, un lago de sangre invade mi ropa que comienza a teñirse de rojo. De repente, siento una mano en mi hombro, me giro y atónito caigo al suelo; soy yo. Estoy en el infierno. Intento recordar los últimos días de mi vida pero todos mis recuerdos empiezan caminando por el barrio de Pigalle y terminan en este mismo lugar, este maldito lugar. Soy prisionero de un bucle que no comprendo. Apoyo las manos en el suelo para intentar incorporarme, pero siento un dolor intenso que bloquea toda posibilidad de levantarme; me duelen las muñecas que parecen estar cortadas.

domingo, 24 de abril de 2011

AMOR VERDADERO


Estoy aquí rodeada de maleza de la mano de mi marido. Quisimos celebrar nuestro décimo aniversario visitando el bosque donde surgió nuestro amor, donde mis labios recibieron sus besos y su corazón mis primeras caricias. Allí estaba aquel árbol centenario con nuestros nombres grabados y la fecha de aquel día mágico; en sus raíces aún se puede observar ese pequeño zapato abandonado, y a su lado, el lago que fue testigo de nuestras más íntimas fantasías. Todo parece perfecto pero hay algo que nos perturba. El silencio invade este paraje insólito. Ausencia de vida. Nuestros cuerpos comienzan a deteriorarse. Las cenizas cubren nuestros huesos y el barro entierra todo rastro de nuestro afecto. Ese monstruo mecánico no quiso vernos, no quiso escuchar nuestros gritos de dolor, hizo oídos sordos al desgarro de nuestros miembros. Su capataz mandó arrasar con todo aquello que se interpusiera en su camino, el dinero de esa central nuclear valía más que la vida de dos miembros de Greenpeace que luchaban por mantener a salvo el lugar que les hizo encontrar el amor verdadero.
Ya no hay nada. No hay paisaje. No hay vida. Sólo queda la devastación fruto de la mano del hombre. Sólo queda un nuevo cementerio que hará más profundas las sangrantes heridas del planeta. Desde el cielo lucharemos para que las almas que aún permanecen ahí abajo tomen conciencia de sus actos y cuiden de la madre que les dio la vida, La Tierra, Gaia.

lunes, 18 de abril de 2011

INVEROSÍMIL


Perdona pero quiero casarme contigo porque no encuentro motivos para no hacerlo.

Nunca imaginé que llegaría ese día en que romperían la coraza que me protegía del amor, que me defendía del dolor que causa una ruptura. Nunca imaginé que fueras tú. No eras la persona con la que había soñado, ni siquiera eras la adecuada. Apareciste de la nada de forma sigilosa y haciendo contraste con el ambiente ruin que me rodeaba; no era nadie, sólo era un bulto más al que alimentar. Pinchaste la burbuja que me evadía del mundo real con tu presencia y rompiste mis esquemas con tu elocuencia. 
Sí, tú fuiste la causa que hizo latir de nuevo mi corazón, un órgano que permanecía latente dentro de mi ser. Me devolviste la vida con tu sabiduría. Me otorgaste un nuevo significado de la palabra amor; amistad, valoración y atención se convertirían en los tres pilares básicos de mi vida. Me enseñaste a recibir caricias y devolver besos. Me preparaste para afrontar acontecimientos aversivos de forma positiva. 
Me enseñaste a sentir. Sabes que no suelo ser redundante pero esta vez debes disculparme; no quiero que mis sentimientos caigan en el olvido de tu memoria a largo plazo. No quiero ser una más. Quiero ser esa persona que esté siempre en tu mente, que a pesar de la distancia nunca perdamos la conexión que hemos forjado con tanta ansia. Quiero casarme contigo para demostrar a esta hipócrita sociedad que podemos romper cualquier barrera impuesta, que sólo nosotros reconocemos que nuestra pasión no será eterna, pero que nuestro amor nunca desvanecerá aunque caigamos en brazos de otros amantes. Quiero ser tu esposa, porque cuando nuestras almas se unan ni el divorcio borrará nuestra incomprendida relación.

martes, 12 de abril de 2011

EL BESO


Nunca había sentido la necesidad de besar a alguien hasta que la conocí.
Ella, que suspira por la atención de esos actores secundarios que sólo buscan su cuerpo tras el escenario, que llora sin consuelo por el vacío que dejan sus fríos besos. Yo, la actriz principal que muere por el amor de esa mujer, que lucha contra viento y marea por conseguir el simple roce de su cuerpo. Qué triste condena estar cada día con ella y no tenerla, fingir que la quiero cuando en realidad la amo y ocultar estos sentimientos tras el maquillaje y las fingidas frases de un guión. Termina la escena, se apagan los focos y otra vez de vuelta a casa.
- ¡Espera! Tengo algo que contarte. – Me grita a lo lejos.
Se acerca a tal distancia que puedo sentir su respiración en mis mejillas.
De repente el ambiente fosco del plató toma un tono agridulce, estamos totalmente solas. Sin pronunciar palabra rodea mi cintura con sus pequeñas manos, me acerca a ella y prueba el sabor de mis labios.
No doy crédito a semejante osadía, recibo el beso por el que vivo y ni siquiera he luchado por él, está pasando, lo sé. Este instante parece no tener fin. El tiempo se para y no es otra de mis muchas fantasías, es la vida real.
Siento su aroma embriagador penetrar en mis sentidos, su piel acariciando mi alma y esa sensación de felicidad que envuelve mi mente. 
- Siento si te he asustado, quería practicar la escena de improvisto para que mañana salga más natural. – Me susurra al oído.

Acto seguido la veo marchar de la mano con el director de la película; ellos felices y yo desilusionada. Mi mundo acaba de romperse, sólo era un ensayo.

domingo, 27 de marzo de 2011

MICRORRELATOS


MI ÚLTIMO VIAJE (Extensión máxima 70 palabras)
Anduve por ese paraje insólito bajo la lluvia otoñal. Mis pies descalzos mostraban arañazos de los rosales que me acompañaban en ese viaje. Cansada, me senté en aquel acantilado que me regalaba unas vistas de ensueño, unas vistas que cualquier incauto desearía poder disfrutar. Acompañada por el sonido inquebrantable de las olas del mar al romper en las rocas mis mejillas dibujaron lágrimas de dolor, estaba huyendo de mi asesino.


UN TRIUNFO AMARGO (Extensión máxima 160 palabras)
Desde las gradas observo ensimismada el partido. Tan sólo quedan dos minutos para su final y ambos equipos permanecen empatados. El ambiente se vuelve hostil; el público abuchea a los jugadores, el entrenador escupe una gran verborrea digna de estudio, los suplentes parecen estar poseídos y el árbitro comienza a difamar. En una esquina permanece casi inerte un jugador que resalta por su baja estatura y su extrema delgadez, podría decirse que es el bufón del equipo; ese al que abuchean, ridiculizan y olvidan que existe cuando todos regresan a casa. En un desesperado intento por hacer cambiar la opinión de todos los allí presentes comienza a correr como nunca lo había hecho, algo sobrehumano había despertado en él. Con un gran odio consigue rescatar el balón, toma impulso saltando sobre la espalda de un compañero, anota y antes de que sus pies rocen el suelo su corazón deja de latir. 
 

MI PRIMER BESO (Extensión máxima 160 caracteres por microrrelato)
(1) Aún recuerdo sus labios, su aroma, el rozar de sus cabellos en mi cuello y sus manos de terciopelo. Desperté y mi primer beso sólo fue un dulce sueño.

(2) He aquí tumbada tal cuál bella durmiente a la espera de ese príncipe azul que me despierte. De repente, recibo en mis labios mi primer beso y cierran el ataúd.

viernes, 4 de febrero de 2011

DESTINO O COINCIDENCIA


Nunca creí en el destino, los sucesos enlazados me parecían una mera coincidencia, quizás por mi desmotivación en la vida la cuál no valoraba, ¡estaba tan ciega! Me rodeaba de gente que no aportaba nada a mi desarrollo personal, claro que yo a ellos tampoco. Me limitaba a estar, no hacía nada por conocer gente interesante, pero tampoco expulsaba de mi vida a esa basura que atrancaba mi puerta. Siempre pensé que estaba destinada a rechazar a las personas para dejarlas avanzar en la vida porque yo no amaba, sólo les rompería el corazón; un rechazo mío era la felicidad de la otra persona la cuál unos días después encontraba al amor de su vida. Pensaba que mi función en este mundo era servir de amuleto a los demás y que alguien como yo no merecía esa suerte. 
Pasaban los años y seguía ensimismada en mi mente caótica llena de penurias y mentiras. Los días cada vez se hacían más largos y duros; despertaba sin fuerzas y pensando... “Otro día más que soportar”. Había olvidado lo qué sentía cuando era joven, cuando era feliz. 

Sentada al borde del precipicio apareció mi ángel de la guarda: - ¡No te tires! No tienes depresión, sólo necesitas aprender a amar para que los demás te amen.
Miré hacia atrás y allí estaba, un hermoso ser que desprendía una luz cálida llena de paz. Apareció de la nada, cuando menos lo esperaba pero más lo necesitaba. Al principio no daba crédito a esa aparición, pensé que no era más que mi conciencia hecha materia, por lo que no le prestaba demasiada atención, sin embargo, tenía que vivir los días posteriores escuchándolo decir que esa tristeza la provocaba yo, que debía cambiar mi actitud y aprender a valorar los pequeños detalles. 
Día tras día, noche tras noche la misma retahíla... “¡Cambia, cambia, cambia! ¡Y podrás avanzar!” Una mañana mi mente se abrió. Me levante con energía, llena de vida y ambición; tenía ganas de mostrar mi amor a todo el mundo, quería ser mejor persona y sacar sonrisas por doquier, ¡esa es mi función! ¡Cómo no pude darme cuenta de las señales! Cada suceso es una pieza del puzzle de tu vida, sólo hay que saber unirlas; rechazaba porque no estaba preparada para amar a esas personas, pues no me quería ni a mí misma. Encontraban el amor al par de días para que yo me diese cuenta que ellos avanzaban y yo seguía estancada, algo estaba fallando en mí. Ciertas amistades fracasaban porque debía ser así, no tenían ningún valor para pertenecer a mi vida. Topé con ese ángel porque tenía que suceder tarde o temprano, estábamos destinados a conocernos para ayudarnos mutuamente y caminar por el sendero de la oportunidad. Si hubiese sabido a amar no hubiese estado depresiva, por consecuente nunca habría rechazado a nadie y no me consideraría un amuleto de la suerte; también hubiese tenido el valor de echar a esos inútiles que me hacían retroceder en la vida, y hubiese llenado esos huecos con gente productiva con la que compartir mi tiempo, por tanto, no habría tenido la necesidad de dirigirme a ese precipicio para poner fin a mi situación y no hubiese conocido jamás a ese ente, pero no fue así. 
Todo pasa por alguna razón. Yo sigo completando mi puzzle ¿y tú? 

A petición de lector anónimo.
Tema: existe el destino o si son meras coincidencias.

martes, 25 de enero de 2011

CUANDO AL FIN TE CONOZCO

Tantos meses esperando este momento; tantas horas dedicadas a leer cada una de tus palabras; tantas historias contadas que forjan una complicidad única; tantos días perdidos a través de la pantalla sin poder disfrutar de tu presencia, y ya ha llegado la hora. Me pongo mis mejores galas, me embriago de mi perfume favorito, saco mi mejor sonrisa y reflejo en el espejo los nervios de esta primera vez. Bajo las escaleras como si se tratase del día de mi boda, con ese brillo especial en mis ojos y el balbuceo de mis tripas. El camino hacia nuestro encuentro se me está haciendo eterno.

Aquí estoy, sentada en un banco esperándote con la sola compañía de esa farola encendida a media noche. Sé que no vendrás solo, que tus caballeros te acompañaran como buen anfitrión que eres.
Mirada enfrente y comienzo a dilucidar tu silueta y esa bufanda roja que te hace resaltar por encima de los demás. Mi cuerpo empieza a reaccionar; aumenta mi ritmo cardíaco, la sudoración se apodera de mis manos y un calor inmenso penetra en mi cabeza, creo que me voy a desmayar.
Te acercas con el más hermoso retozo, me levanto y nos damos un abrazo intenso, ¡al fin te conozco! Había esperado tanto este momento que me he quedado sin palabras, sólo disfruto de la ternura de tus brazos, tu pecho y ese aroma de hombre que comienza a penetrar todos mis sentidos.
Bien, ¿y ahora qué hacemos? Saludo a cada uno de tus amigos con la simpatía que me caracteriza; todos parecen estar encantados con mi presencia, recibo besos y halagos y no por mi físico, sino por mi persona que llena aún más. Entre tanto varón debería encontrarme incómoda, pero ni mucho más lejos, están atentos a mí, me tratan con respeto y educación, y comparten sus experiencias conmigo esperando una contestación recíproca por mi parte, todo eso me hace sentirme bien, especial, única.
Y ahí estás tú, intentando acaparar mi atención con tu conversación; intuyo que estás celoso, que esperabas que mi tiempo sólo lo compartiera contigo dejando de lado a tus amigos, pero no te equivoques, no soy así; no necesito depender necesariamente de una sola persona si estoy rodeada de más gente, me gusta transmitir y compartir.
Sé que piensas que no te estoy mostrando todo mi ser, por eso te pido que nos vayamos tú y yo a tomar una copa si quieres conocerme mejor.

Ya estamos solos, bueno, rodeados de personas desconocidas que permanecen ajenas a nuestro primer encuentro. Nos miramos tímidamente; nos sonrojamos; no sabemos qué decir y comienza mi gran verborrea de anécdotas. No puedo parar, quizás sea producto de mi nerviosismo o del alcohol que está empezando a hacerme efecto, pero me muestras que disfrutas con mi compañía, que sonríes, que eres partícipe de mis conversaciones y eso me motiva a seguir relatándote.
De repente, me dices que salgamos a la pista a bailar. Bailamos. Reímos. Rozas tus labios con los míos y nos besamos. Estoy más tranquila; me siento protegida y sé que me vas a respetar, que no soy una más y lo sabes.

Apagan la música; encienden las luces.
Las siete de la mañana.
Hemos perdido la noción del tiempo, lo que demuestra que nos hemos causado muy buena impresión en persona.
Me acompañas hasta la puerta de mi casa. Nos damos dos besos de despedida y un abrazo. Me dices que te lo has pasado muy bien conmigo y que quieres volver a verme... pero eso ya es otra historia.

jueves, 20 de enero de 2011

CUANDO PRESIENTES QUE TODO ACABA


Vives con la constancia de que tu vida será corta.
Entre risas escondes tu futuro cercano que a nadie le gustaría oír pero que sin embargo tú no puedes huir de su presencia. Comienzas a ser feliz porque presientes que muy pronto la claridad se teñirá de negro. Sabes que ésta es tu última oportunidad para dejar un recuerdo hedonista en todos ellos y borras cualquier lágrima que haya podido caer por tus mejillas tiempo atrás.
Hoy olvidas porqué permaneciste durante tanto tiempo en las tinieblas de tus lamentos, ni tan siquiera puedes explicar a qué viene este cambio tan brusco de actitud. Te preguntas por qué tu corazón se acelera cada vez que te duchas, cada vez que sales a la calle, cada vez que te acuestas, cada vez que coges el coche y penetras en una selva de leones que van a cuatro ruedas. Inquietud, tu nuevo amante que despojó a la soledad de su trono, que echó de la cama al miedo, que venció al orgullo. Ahora tienes una nueva palabra que ocupa cada terminación nerviosa de tus neuronas la cual te está produciendo un tremendo insomnio, la odias.
Pasan los días y tu felicidad se consume; Pareces que te has convertido en un ser inerte sin energía, sin motivación, sólo esperas sentado en ese frío sillón a que tu preocupación se convierta en realidad, pero ese día nunca llega. Tu desasosiego aumenta junto con tu deterioro físico, ¿qué te está pasando? Te cuidas cada vez más pero tu cuerpo ha decidido consumirse como un cigarrillo que espera en el cenicero. 
Ya no tienes don de la palabra, tu intelecto también se está viendo afectado; Enserio me tienes preocupada ¿en qué piensas que te tiene tan ensimismado? No contestas. Estás ahí, quieto, mirando la nada. No pareces triste, sólo ausente. Te levantas sin hacer el más mínimo ruido y te reflejas en el espejo. Suspiras para luego sonreír; No se puede hacer nada contra una preocupación de algo que no existe, sólo esperar a que se haga realidad o desiste.

Cuando presientes que todo acabará pronto tu vida deja de cobrar sentido.