Ahora estoy aquí esperando alcanzar tu mirada, contando las horas que faltan para rozar el suave aroma que embriaga tu cuerpo, esa esencia que me hace olvidar todo lo demás cuando estoy junto a ti. Y sigo aquí ensimismado por tu recuerdo, reviviendo momentos que parecían ser eternos; vivía y sigo viviendo en tu universo.
Hoy camino entre nubes de algodón con dirección a tu corazón. Estoy nervioso, inquieto, no sé qué sucederá a partir de hoy. Escucho cada latido a medida que voy acercándome a tu destino testigo de la unión que se forjará esta noche entre nuestras almas a la orilla del mar. Solos tú y yo. Sólo sinceridad y amor.
Ahí estás cuál ángel caído del cielo sin alas con las que poder volar, sin aureola que te proteja de todo mal. Aquí estoy yo regalándote mi felicidad aunque por ello tenga que prescindir de ella, pero sé que tú bienestar será el mío cuando toda esta guerra absurda acabe y entregues tus armas a un nuevo desafío, mi persona.
No tengas miedo a lo desconocido, no tengo nada que pueda hacerte daño.
Lo siento si te besé y no debía. Siento si desmonté todo tu mundo cuando considerabas que no era oportuno, pero mis manos sanearán todas tus heridas, mis labios iluminarán tu camino y mi cuerpo protegerá tu esencia malherida.
Lo siento si te besé y no debía. Siento si desmonté todo tu mundo cuando considerabas que no era oportuno, pero mis manos sanearán todas tus heridas, mis labios iluminarán tu camino y mi cuerpo protegerá tu esencia malherida.
Ha llegado la hora de dejarte marchar y despedirme hasta la próxima vez que me necesites, que sientas la necesidad de compartir tu tiempo con alguien que sólo busca un poco de atención, comprensión y cariño. Y te digo adiós, quizás hasta pronto, pero regreso a mi hogar a través de esas nubes de algodón que un día hicieron que nuestros caminos se cruzasen.
Me siento bien. Hoy soñaré.